Las protestas de Turquía no han tardado en producirse, tras el registro que sufrió el buque portacontenedores turco Roseline – A (IMO 9163984) la tarde del pasado domingo por parte de un grupo de soldados de la fragata alemana Hamburg F 220.
El buque militar realizaba labores de patrulla por el Mediterráneo Oriental formando parte de la Operación Irini, promovida por la Unión Europea para hacer cumplir el embargo de armas de la ONU sobre Libia, cuando detectó al buque turco que navegaba de Estambul para Misurata (Libia).
Todo hace indicar que el comandante de la flota, de nacionalidad griega, dio el visto bueno al asalto por parte de los alemanes ante las sospechas de que el buque turco pudiera transportar armas con destino Libia. Todo ello sin el permiso de las autoridades turcas.
Un equipo de asalto llegó hasta el portacontenedores con la ayuda de un helicóptero y registró el buque en busca de material bélico, pero solo encontraron pintura, comida y ayuda humanitaria en el interior de los contenedores. La tripulación fue identificada e interrogada.
«Lamentamos la interceptación de nuestro buque, que parece no haber violado el embargo de armas, durante horas bajo las duras condiciones climáticas, además del hecho de que la tripulación fuera tratada como delincuentes durante la inspección. Protestamos por este acto que se realizó sin autorización y utilizando la fuerza. Es esencial obtener el consentimiento del Estado del pabellón para poder intervenir en los buques comerciales en aguas internacionales», dijo el Ministro de Exteriores de Turquía.
La intervención, que se inicio a pesar de la declaración del capitán informando sobre que clase de carga transportaba y que continuó hasta después de la medianoche, se acabó ante las persistentes objeciones de Turquía. El personal armado permaneció en el buque portacontenedores toda esa noche y lo abandonó por la mañana.
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